Quise escribir, contarle cosas…
Y un silencio absurdo
que recoge mis cabellos los bota,
tras mi sombra,
me acalló el gemido
y de mi nombre hizo su gloria.
Un secreto mudo, con las huellas encastradas
me encajó los dedos y los ojos
tras su paso…me enterró el delito
de ser carne, boca de agua, mano andada…
Y arrugó mi voz, como piedrilla en la garganta,
o como nudo de sangre en la corbata,
o en la manga.
Quise decirle, hablarle tantas cosas,
un rosario,
una alborada, esa constancia...
Que dijera entre comillas nostalgias,
que me viven en las piernas si se marcha,
y que me llenan los bolsillos
si me abraza.
Y el ritmo azul, de mis arterias dilatadas,
no pudo más, que ser arcano, o ser enviado…
y viajó, allá, entre las puntas
maltratadas…
Que atan crueles, a mis dedos, que gritando
piden lanzas, piden fuego,
espina y armas…
Para decirle, amigo, hombre, amor, pasión, mi alma;
que aun sin lengua que haga nido en mi palabra…
Será su voz, ...siempre
mi canto a la esperanza.
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